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Michaela DePrince, la bailarina de ballet cuya historia atraviesa fronteras

Actualizado: 28 abr 2023

Michaela DePrince es bailarina, filántropa y defensora internacional de las víctimas de guerra.


Nació en Sierra Leona en 1995 donde sus padres la llamaron Mabinty. Poco después, justo en medio de una guerra civil que duró más de una década y devastó Sierra Leona, ambos murieron. Los rebeldes asesinaron a su padre y su madre murió de fiebre e inanición.


Ella fue llevada a un orfanato donde sufrió de burlas, abuso y acoso debido a su vitíligo, una condición que hace que partes de la piel pierdan su color. Para las encargadas del orfanato, el vitilígo era considerado una maldición. Solo una maestra se interesó por Michaela brindándole apoyo y compañía. Sin embargo, una noche, Michaela fue testigo de las atrosidades que caracterizaron a la guerra civil de Sierra Leona contra la población civil. Tres soldados atacaron a su maestra y le quitaron la vida al ver que estaba embarazada de una niña.


Atravesando todo ese horror, un día Michaela vio por casualidad una revista en el orfanato que movería su mundo por el resto de su vida: una portada de una bailarina de ballet en punta. Ese fue el instante en que Michaela se enamoró del ballet.



"Había una fotografía de una mujer, estaba parada en puntas de pie con un hermoso tutú color rosado. Yo nunca había visto nada igual, un traje tan brillante, era simplemente demasiada belleza. Podía ver la hermosura de esa persona y la esperanza y el amor y todo lo que yo no tenía... Y pensé: guau! Esto es lo que quiero ser".

Michaela DePrince.


Una nueva vida


Michaela dejó el orfanato un día que avisaron el posible bombardeo del lugar. Junto a otras niñas la llevaron a un campo de refugiados donde fue adoptada por una familia estadounidense y comenzó una nueva vida. Su familia adoptiva pronto descubrió la obsesión de Michaela con el ballet y la apoyó para seguir sus sueños.


"Yo le miraba los pies porque pensaba: ¡Todos deben llevar zapatillas de ballet en Estados Unidos!".

Michaela DePrince refiriéndose a su madre adoptiva.


La danza: el sueño que llevó en la maleta


Sobrevivir a una guerra es una experiencia dolorosa que afecta de manera particular a las infancias. Michaela tuvo la oportunidad de abordar el trauma que vivió durante y después de la guerra con ayuda de terapia psicológica y la esperanza de un sueño por delante.


Cuando Michaela cumplió 5 años, Elaine DePrince, su madre adoptiva, la inscribió en la academia de danza Rock School de Filadelfia y más tarde se formó en la escuela del American Ballet Theatre en Nueva York, donde trabajó incansablemente para desafiar los estereotipos vinculados a la belleza convencional y las barreras raciales en el mundo del ballet.


Michaela DePrince debutó profesionalmente como bailarina invitada en el Joburg Ballet en Sudáfrica. A la edad de 17 años, participó con el Dance Theatre of Harlem y un año más tarde, se unió al Ballet Nacional de Holanda, como aprendiz de la compañía principal, en donde fue ascendida a bailarina Solista. Actualmente es bailarina del Boston Ballet.


“Pude escapar de un lugar terrible... no tenía ni idea de que estaría aquí, estoy viviendo un sueño todos los días”.

Michaela DePrince.


Una bailarina con propósito


Además de bailarina, Michaela es una apasionada defensora de la infancia y adolescencia en situaciones desfavorables. Con quienes comparte su mensaje de perseverancia y esperanza, animándolos a soñar en grande. En el 2013, la revista Time premió a Michaela en su lista de mujeres inspiradoras en el mundo y recientemente Forbes la nombró como una de las “30 menores de 30 de Forbes” en arte y cultura.


En 2014, fue coautora del libro "Tomando vuelo: de huérfana de guerra a bailarina estrella", junto a su madre adoptiva. Desde entonces, las memorias de Michaela se han publicado en doce países diferentes e inspiran a personas de todo el mundo con su historia.


Aunque sobrevivir a una guerra fue una difícil experiencia, Michaela la transformó en una fuerza que transforma vidas. En 2016 fue nombrada embajadora de War Child Holanda y con su colaboración presentó su propia gala "Dare to Dream" (Atrévete a soñar). Junto con la organización busca mejorar la resiliencia y el bienestar de los niños que viven en situaciones de violencia y conflicto armado. Como creció en Sierra Leona, conoce personalmente los profundos efectos traumáticos de la guerra y el conflicto, y cree apasionadamente en dos cosas: la terapia psicológica y la educación.


En 2017 y 2018, Michaela viajó para visitar asentamientos de refugiados, hablar con ellos sobre sus experiencias y compartir su historia. Si bien las vidas de las niñas y niños en campos de refugio no comienzan en las mejores circunstancias, War Child Holland y Michaela buscan empoderar desde cero para que tengan una mejor oportunidad, no solo de sobrevivir, sino de prosperar.


Conclusión


La historia de Michaela DePrince es una inspiración para las personas de todo el mundo. Es un modelo para muchos jóvenes, especialmente para los que sufren traumas u otras dificultades. Ha superado muchas cosas y cambiado la narrativa de su historia.


Para los supervivientes de traumas, la danza puede ser una salida increíble. Puede ayudarles a expresarse, a sentirse más seguros de sí mismos, a encontrar su identidad y su sentido de pertenencia. Michaela espera inspirar a los jóvenes a que no importa en qué circunstancias naciste, eso no te define.


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