Los cuentos, las películas y los programas de televisión son una parte importante de nuestra sociedad. Nos proporcionan marcos para entender el mundo que nos rodea. Nos ayudan a conectar con historias que de otra forma no habríamos imaginado y a relacionarnos a través de experiencias y emociones compartidas. Pero, ¿y si tu contexto no está representado en las historias que consumes? ¿Y si sólo presenta como normal a un tipo de persona o una cultura? ¿Qué ocurre cuando vemos este tipo de historias a lo largo del tiempo?
El poder de las historias que contamos
Contar historias siempre ha sido una parte esencial en la construcción de la cultura y la colectividad. Nos permiten comprender mejor la vida, la cultura y los valores de la sociedad en la que vivimos y a ver cómo nuestras propias experiencias encajan en relatos más amplios sobre la naturaleza humana.
Cuando contamos historias, reforzamos las normas y expectativas culturales. Cuando esas historias tratan de personas que se parecen a nosotros o comparten nuestra identidad, nos muestran un reflejo de nosotros mismos que a menudo puede ser reconfortante. Pero cuando la narración se aleja de esta zona de confort, nos obliga a considerar cómo los demás pueden verse a sí mismos de forma diferente a la nuestra, y por qué eso es importante.
Podemos utilizar la narración como una oportunidad para pensar críticamente sobre cómo nuestras propias identidades fueron moldeadas por influencias culturales y cómo afectan a la forma en que otros nos perciben hoy. Al comprender mejor estas dinámicas a través de la narración (y de otros medios de comunicación), podemos desarrollar una mayor empatía hacia las luchas a las que se enfrentan ciertos grupos de la sociedad.
La representación
La representación es importante en todas las historias, ¡es importante para todos! Cuando vemos a alguien que se parece a nosotros en la televisión o en el cine, eso valida nuestras experiencias y nos permite sentir que pertenecemos al mundo. Además de sentirse incluidos y comprendidos, la representación también puede ayudar a la niñez a crecer siendo conscientes de que hay diferentes tipos de personas (lo que, con suerte, les llevará a la edad adulta sin prejuicios). Las historias pueden ser una forma poderosa de ayudar a cambiar la forma en que el mundo piensa sobre sí mismo.
El futuro de la narración
El futuro de la narración de historias es prometedor, pero debemos ser conscientes de los retos a los que nos enfrentamos.
El mundo está cambiando más rápido que nunca y nuestras historias no son una excepción. Vivimos en una época de grandes cambios, en la que las ideas tradicionales sobre quién puede contar historias y qué tipo de historias se deben contar están siendo cuestionadas por una nueva generación que quiere verse reflejada en los medios que consume. A medida que se producen estos cambios, es importante que los creadores mantengan los ojos abiertos para encontrar nuevas formas de hacer que su trabajo sea más representativo, recordando que la representación va más allá del resultado final (en pantalla, escenario o libro), atraviesa todo el proceso para el desarrollo de la historia.
La representación consiste abrir espacios a quienes suelen ser excluidos por los grandes medios, permitiéndoles contar sus propias historias con sus propias palabras. Garantizar salarios justos, oportunidades de crecimiento y participación dentro de la industria. Se trata de asegurarnos que las historias que contamos dignifican y respetan al grupo representado, en vez de caricaturizarlo basándose en estereotipos. Es contar nuevas historias y crear nuevos referentes donde todas las personas se puedan llegar a sentir identificadas.
La representación es una herramienta poderosa. Puede cambiar la forma en que la gente se ve a sí misma y nos permite comprender mejor el mundo que nos rodea. Cuando tenemos historias más diversas contadas por creadores más diversos, podemos vernos reflejados en ellas y relacionarnos más profundamente con sus personajes.
Representar el mundo en que vivimos
La representación es importante porque nos ayuda a entender mejor nuestro mundo mostrándonos a personas con las que podemos identificarnos, esto incluye personas de todas las edades, géneros y etnias, de la comunidad LGBTQ+ y quienes tienen discapacidades o neurodivergencias. Si el mundo es un lugar diverso... ¿las historias no deberían serlo también?
Las historias son un reflejo del mundo en el que vivimos. Pueden ayudarnos a ver el mundo y a nosotros mismos de otra manera. Y también pueden darnos una nueva perspectiva de quienes nos rodean, sobre todo si estamos dispuestos a escucharlas con el corazón y la mente abiertos.
Las historias tienen el poder de acercar a las personas a través de experiencias compartidas y celebrar lo que nos hace únicos. El poder de las historias reside en su capacidad para conectarnos unos con otros como seres humanos que comparten los mismos sentimientos y experiencias; nos permiten acceder a los mundos de los demás -incluso si esos mundos son muy diferentes del nuestro- y pueden hacer que nos parezcan menos extraños o desconocidos.
En conclusión, contar historias es una poderosa herramienta para el cambio social, brinda a las personas la oportunidad de reflexionar sobre sus propios valores y creencias. Es la forma en que transmitimos nuestras experiencias y conocimientos a las generaciones futuras, pero también una oportunidad para generar cambios en el presente. Crear personajes y proponer perspectivas más diversas en nuestro arte y entretenimiento, es fundamental para que el futuro del mundo sea más inclusivo.
Espero que hayan disfrutado de esta breve exploración de la representación y de cómo impacta a nuestras vidas. Hay mucho más que decir sobre este tema, pero creo que lo más importante es que todos sigamos hablando de ello. Tenemos que compartir nuestras experiencias con los demás para crear un cambio.
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